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Atte Jjaxxel



9 mar 2014

La vida es un paso a la vez - Sankh - 20

Capítulo 20:
Cristina despertó en la madrugada con un sobre salto en el corazón, pensó que había tenido el sueño más exquisito de su vida, abrió sus ojos y entonces asimiló toda la situación…el concierto, Amanda, la cabaña, Amanda, toda la conversación, Amanda…Amanda le había hecho el amor…fue jodidamente perfecto y había sido toda una realidad. Cristina sonrió mordiendo sus labios y sintiendo su cuerpo completamente lleno y con nuevas sensaciones; en realidad se sentía una mujer completa, plena, repleta, única, deseada y hasta amada. Se volteó para encontrar que Amanda no estaba de su lado de la cama, por un instante, por un pequeño instante sintió terror de que todo haya sido un dulce sueño, pero movió su cabeza al otro lado y vio su silueta de pie frente a la ventana, se estremeció de verla ahí de pie tan solo llevando su camisita y sus bragas, Cristina suspiró con el paisaje. Su silueta tan perfecta y tan divina se dibujaba en la oscuridad y la hacía sentir privilegiada de haber poseído ese cuerpo horas antes.

Cristina se puso de pie y caminó hasta ella, al llegar pegó su cuerpo desnudo a la espalda de Amanda, pasó sus manos alrededor de su cintura, las descansó en su pelvis y llevó su barbilla a su hombro. – Estás helada. – le susurró al oído.
Amanda descansó sus manos en las de Cristina y movió su cabeza hacia atrás para quedar más cerca de su rostro. Era rico sentir la cercanía del cuerpo desnudo de Cristina pegado a ella, sobre todo sentir sus senos en su espalda. – Podría vivir aquí siempre, es hermosa esta vista y el silencio de la noche.
-      Lo es, es idílico todo el lugar.
-      Y la compañía es lo mejor para hacer el lugar toda una perfección. – dijo Amanda acariciando los delicados y suaves brazos que la abrazaban.
Cristina suspiró con el comentario y le dijo, - Vamos, regresemos a la cama que está haciendo mucho frío y se me congelan mis miserias. – tomando su mano y atrayéndolo con ella a la cama.
Amanda sonrió mientras observaba la espalda desnuda de Cristina y comentó. – Si eso son miserias, no me imagino que será andar en abundancia, moriría de placer. - Amanda se metió a la cama, mientras Cristina hacia lo mismo y acomodó su cabeza en el pecho de Amanda, su brazo lo posó sobre su vientre y su pierna la acomodó entre las piernas de Amanda. Amanda sintió electricidad por todo su cuerpo de sentir a Cristina sobre ella, su cercanía, su calor, la delicadeza de su piel, su aroma, su dulce caricia; le encantaba poder tenerla en sus brazos aquella noche y deseaba sin duda poder hacerlo muchas noches más.
Cristina podía sentir los latidos del corazón de Amanda, le encantaba esa sensación, levantó un poco la cabeza para observar el rostro de Amanda en la oscuridad, le sonrió y se acercó para besar sus labios; se podía hacer fácilmente adicta a esos labios, adicta a su compañía, adicta a su cuerpo…y continuó besando sus labios.
Amanda acarició su espalda y con la otra mano su rostro. – Eres tan hermosa, tus labios tan exquisitos. – besándolos nuevamente – y tu cuerpo tan perfectamente delicioso y todo esto ha sido…
-      Una locura, ya se. – respondió Cristina con un halo de tristeza.
Amanda sonrió y besó nuevamente sus labios. – Diría que ha sido increíble…- dijo mirándola profundamente a los ojos.
Cristina la miró con sorpresa, le sonrió sonrojada y devolvió su cabeza a su pecho, quiso decir tantas cosas en ese momento, pero no sabía si era lo adecuado, solamente se abrazó a ese cuerpo que no solo le había dado placer esa noche, sino también quien le había dado más de lo que ella había soñado alguna vez, se abrazó esa noche porque quizás esa sería la única ocasión que tendría ese derecho, se abrazó esa noche y cerró sus ojos…
El próximo día era tiempo de regresar a casa y dejar atrás aquel fin de semana tan único y tan de ellas, ninguna dijo nada, solo hubo silencio específico del tema, aunque todo lo demás era todo lo demás; todo era igual aunque todo haya cambiado aquella noche.
-      Pensé que jamás regresarían, porque ni siquiera una carta, una llamada, una señal de humo para esta que se la vive preocupada por las niñas que solo van a vivir la vida loca.
-      Ni que nos hubiésemos ido por dos meses. – respondió Amanda riendo.
-      No importa, pero una a veces simplemente se detiene en la oscuridad a mirar por la ventana y se dice ya no son unas niñas, ya crecieron y ya no necesitan de una madre abnegada y se convierten en unas malagradecidas que ni una llamada le dan a una. - recitó Kathy haciéndose la indignada.
Cristina se le acercó con una gran sonrisa y la abrazó. – Pensé que estos días de soledad te compondrían tu cordura.
-      Estoy peor, imagínate no tenía con quien hablar o molestar, así que debí comenzar a marcar números al alzar en el teléfono y hablar con gente desconocida solo para no sentirme sola.
-      Exagerada.
-      Las extrañé. – dijo con sinceridad.
-      Y nosotras a ti. – le dijo Amanda acercándose y besando su mejilla.
-      Me imagino. – susurró Kathy mientras miraba el rostro de Cristina y lo acariciaba. - Te ves radiante, ¿te divertiste?
Cristina le ofreció la más grande sonrisa que pudo regalarle y luego su rostro se sonrojó totalmente sin poder evitarlo. –Sí, de maravilla.
-      Ohhhh. – dijo con cierta burla.
-      Yo estoy algo cansada y quiero descansar ahora porque mañana tendré un día bastante difícil.
-      ¿Así nada más?, no me dirás que tal estuvo el concierto y todo lo demás, llevo aquí sentada tanto tiempo esperando para que me cuentes cada jodido detalle del todo y ¿solo te vas?
Cristina le sonrió y besó su mejilla. – Prometo que tendrás cada detalle y cada canción. – se apartó de ella dirigiéndose a su habitación y desde la puerta se volteó a mirar a Amanda a lo lejos, le ofreció una mirada de complicidad y le sonrió sonrojándose totalmente hasta desaparecer tras la puerta de la habitación.
Amanda simplemente devolvió la sonrisa sin percatarse que Kathy estaba parada frente a ella observando detenidamente su cara de total idiota.
-      Te diré una sola maldita cosa, no vengas con el cuento de que estás muy cansada y que te vas a descansar, ¿sí?, porque no me importa que no durmamos esta noche, pero me vas a decir absolutamente todo lo que ocurrió.
-      Fuimos a un concierto, ¿recuerdas?, así que estuvo genial. – respondió mientras caminaba a su habitación; más bien huyendo de ella.
Kathy la siguió hasta su habitación, cerró la puerta y se cruzó de brazos. – No saldré de esta habitación hasta que me digas que le hiciste a esa mujer o hasta que te viole, tú decides cariño.
Amanda suspiró y se dejó caer en la cama. – Tú eres tan molesta, por Dios.
Kathy se dejó caer a su lado en la cama. – Yo no soy molesta, solo que tú lo haces más difícil, así que cuéntame…
-      Fuimos al concierto, estuvo increíble; nunca imaginé que sería tan fascinante y mágica esa noche. Y lo mejor es que Cris lo disfrutó totalmente, si la hubieses visto, saltaba, gritaba, cantaba; simplemente parecía una niña chica que disfrutaba de su anhelado y preciado regalo.
Kathy había levantado su cabeza de la cama y la sostenía con su brazo mientras observaba a Amanda. Era delicioso ver como hablaba y le brillaba la mirada y todo su ser expresaba una especie de emoción única. Jamás en tantos años le había reconocido ese algo que tenía impregnado en cada célula.
-      Entonces Ednita Nazario comenzó a cantar una canción y Cris la cantó con la voz, con el corazón, con el cuerpo, con el alma; hasta pensé que me cantaba a mí.
-      Ohhh vaya, ¿y cuál era la canción?
-      Quiero que me hagas el amor. – respondió sonrojada.
-      ¿Yo a ti?, ni que estuviese tan necesitada y loca. – la miró con extrañeza.
-      Idiota, esa fue la canción que me cantó.
-      ¿Me estás jodiendo, no?
-      No.
-      ¿En serio?
-      Si, en serio.
Cristina no podía dejar de reír a carcajadas. – Por Dios…es que…- nuevamente se ahogaba por la risa. – es que Crisita me salió tan enferma pervertida.
Amanda la observaba sorprendida por su reacción de loca histérica.
-      ¿Y luego? – preguntó un poco más calmada Kathy.
-      Pues llegamos a la cabaña, ufff Kat es tan hermoso el lugar, es así un lugar como perdido del mundo, pero cerca de todo y un paisaje tan de portada de revista y hay un río cerca que se escucha en la noche cuando todo es silencio y…
-      Y… ¿me puedes decir que pasó entre ustedes?, ¿qué le hiciste a Crisita que llegó así como si caminara en el aire y con cara de idiota?; bueno con más cara de idiota.
Amanda se sentó en la cama, permaneció unos minutos en silencio y con un nerviosismo extremo comentó. – Hicimos el amor.
-      Por Ala, por Buda, por Krishna, por Yahvé, por Dios santísimo, por…- quedó callada y con los ojos bien abiertos en señal de sorpresa.
-      ¿De cuándo acá eres tan religiosa?
-      Desde este preciso momento en que me has dicho semejante noticia, es que…o sea Mandí…tu…Cris… ¿y qué tal pillina? – preguntó con cara de niña traviesa con una gran sonrisa.
-      Bien. – respondió sin mirarla.
-      ¿Bien?, ¿coño solo bien?, ¿después de todo lo que ha pasado me dices que solo bien? – se levantó de la cama y se sentó a su lado. – Mírame a los ojos Amanda y dime la verdad, ¿cómo fue, qué sientes por ella?
Amanda tardó una eternidad en desviar su mirada a los ojos de Kathy, suspiró, cerró sus ojos y dijo suavemente. -  Quizás fue un error.
Kathy la miró con cara de asombro y le preguntó al instante. – ¿Tan malo ha sido?
-      No
-      ¿Entonces?
-      Ha sido lo mejor de toda mi existencia, es algo que no puedo siquiera explicar con palabras porque va más allá de todo lo hermoso y perfecto que conozco, me faltan palabras y sentimientos para poder expresar lo que me ha hecho sentir hacerle el amor a esa mujer. Me di cuenta que… - permaneció en silencio y apartó su mirada de Kathy.
-      ¿De qué? – preguntó suavemente.
-      De nada. – se puso de pie y comenzó a desempacar.
-      No pues chica, por si no te has dado cuenta estás loca por esa mujer; estás enamorada Mandi…
-      No creo.
-      Bueno sigue creyendo en que santa cabe por la chimenea y en que existen los unicornios, sigue durmiendo de ese lado que te vas a caer de la cama por imbécil; sigue negándote tus sentimientos y sigue con la misma actitud de no pasa nada…que la perderás.
-      Es mi amiga.
-      ¿Y?
-      Que es como mi familia. – detuvo sus movimientos y mantuvo su mirada en una camisa de Cristina que se había colado entre sus pertenencias.
-      Yo soy tu familia, ella es una mujer que se convirtió en tu amiga y de la cual te enamoraste, es una mujer como cualquier otra con la que has compartido muchas cosas, es una simple mujer que te gusta mucho y no solo te gusta sino que estás rendida por ella. Lo cierto es que me preguntaba quien explotaría primero de las dos, pero al parecer Crisita es más valiente que tu marica.
-      ¿Y si no le gustó? – preguntó con tristeza.
-      ¿Si no le gustas tú, si no le gustó estar contigo, si no le gustó que le hicieras el amor?
-      Aja.
-      Ay niña, ¿solo le has mirado la cara a Cris?, está tan radiante como tú y bueno eso puede ser efecto del concierto, pero eso sabes tú Amanda Carolina tú fuiste quien la tuvo debajo, arriba, dentro, fuera, al lado, le hiciste cosas sucias y fuiste pervertida, le hiciste el amor con pasión y lujuria…
Amanda había dejado de escuchar a su amiga hacia mil años luz y había tomado la camisa de Cristina entre sus manos, sin pensarlo mucho la llevó hasta su rostro y pudo inhalar el aroma que en ella aún estaba impregnado. Sintió un escalofrió recorrer todo su cuerpo trayendo a ella el pensamiento de momentos vividos anteriormente, al abrir los ojos encontró a Kathy con los brazos cruzados frente a ella.
-      Si eso no fue una acción bastante romántico pervertida, no sé qué fue entonces. No, no me pongas esa cara y mucho menos trates de decir nada. – Kathy se acercó y la tomó de las manos – no hay nada malo en sentir lo que sientes, estás aterrada, tienes miedo y es bastante normal. No creo que sientas mucho miedo de tus sentimientos, sino de lo que pueda pasar, de a dónde te pueden llevar o de donde te traen, si no quieres hablarme perfecto; por ahora, pero sabes que en algún momento tendrás que hablar y gritar lo que sientes, mientras tanto… - caminó hasta la mesita de noche de Amanda y tomó su libreta que ella misma días antes había dejado ahí - Escribe lo que sientes, escríbele una carta a ella, de tus verdaderos sentimientos, desahógate, pero no te quedes con eso que tarde o temprano te matará y la matará a ella. Escríbelo, pero piensa bien lo que harás, no vaya a ser que mientras escribes, pierdas al amor de tu vida. – le entregó la libreta, besó su mejilla y se marchó con la plena conciencia de que sus amigas estaban enamoradas, podrían ocultarlo y decir mil veces que no lo estaban, pero ella las conocía muy bien y no había nadie que le hiciese pensar lo contrario, por un lado estaba eufórica y llena de felicidad, pero por otra parte no sabía que esperar de las dos burras de sus amigas, ¿no era más fácil ir decir te amo desde hace diez universos atrás, no puedo vivir sin ti y quiero pasar el resto de mi vida junto a ti?, que simplemente andar comportándose como dos niñas chicas perdiendo el tiempo en silencios ahogados por el miedo…
Amanda quedó de pie con una tristeza que la consumía totalmente, mantuvo la camisa de Cristina en sus manos y se sentó en su cama. Suspiró, se puso de pie nuevamente y salió de su habitación deteniéndose solamente al llegar a la puerta de la habitación de Cristina, alzó su mano para tocar la puerta, pero se arrepintió en el último instante. Sentía su corazón latir a un millón de veces por segundo nada más en tener la certeza de que Cristina estaba tras esa puerta y ella podría…ella podría al menos…si ella quisiese al menos…
La puerta se abrió de golpe dejando asomar el rostro sorprendido de Cristina que respiró profundo y en su exhalación pronunció. – Mandi.
El rostro de Amanda se transformó totalmente y pensó que había sido una gran estupidez estar frente a su puerta. – Cris...yo…- solo alcanzó a decir torpemente y se quedó de pie observando el rostro de Cris que en algún momento le sonrió mientras rascaba su cabeza.
-      ¿Amanda? – repitió Cristina viendo que Amanda solo estaba frente de la puerta prácticamente petrificada.- ¿Deseas algo?
-      Amm si…ok no…o sea es que… - respondió nerviosa como una niña chica.
Cristina estaba igualmente nerviosa y aterrada de verla parada en su puerta, preguntándose porque estaba ahí parada con esa hermosa cara de idiota que le encantaba. Deseaba tomarla del cuello, entrarla a su habitación y llenarla de los besos que sentía no había alcanzado a darle la noche anterior. Ya no sabía cómo tratar a Amanda sin que su mirada la delatara, sin que alguna palabra la traicionara, sin que las ganas de besarla la obligaran a retomar su asunto; ni siquiera sabía cómo dirigirse a ella. – Mi camisa.
-      ¿Ahhh? – preguntó tontamente Amanda.
-      Mi camisa la que tienes en tus manos.
Amanda miró sus manos donde traía la camisa que antes había disfrutado su aroma y dijo rápidamente. – Si, exacto…tu camisa.
Cristina sonrió y extendió su mano tomando su camisa, pero sintiendo la resistencia de las manos de Amanda que aún no liberaban la camisa. – Mandí, si la quieres te la puedo prestar. – rio traviesamente.
Amanda salió de su encanto y soltó de inmediato la camisa. – Lo siento; además te queda más hermosa a ti. - y le entregó la camisa.
-      Gracias.
-      Por nada hermosa. – respondió Amanda dulcemente.
-      No, gracias por… - y guardó silencio mientras desviaba su mirada a la camisa que tenía en sus manos.
-      ¿Por? – se acercó un poco a Cristina.
-      Por todo…es que… - aun manteniendo la mirada en sus manos.
Amanda tomó delicadamente su barbilla y la subió hasta que sus ojos se encontraron, unos minutos que parecieron años bastaron para verse una reflejada en la profundidad de los ojos de la otra. Amanda acarició su rostro y murmuró. – No agradezcas lo que yo también disfruté y… - acercó sus labios a Cristina hasta que los rozo con los de ella y susurró – y también desee.
Cristina no movió ni un músculo y permaneció mirando los ojos de Amanda, quiso instintivamente pasar su lengua por esos labios y besarlos locamente, pero controló todos su sentidos porque ni siquiera sabía que era de Amanda, que tipo de relación tenían; si alguna había o simplemente eran las amigas de siempre que estaban compartiendo muchas más cosas de las que pensaban.
Amanda mantuvo el contacto y besó esos labios que deseaba, fue un beso rápido, pero una afirmación de su necesidad antes de ir a la cama sin ella. – Creo que ahora es el momento en donde debo marcharme. Buenas noches… - se separó de Cristina y comenzó a alejarse de ella rápidamente, a medio camino se detuvo y regresó para arrebatarle nuevamente la camisa de las manos y entonces así retomar su camino hasta su habitación.
Fue a la cama, se sentó en ella, tomó su libreta de un lado y comenzó a escribir. “Amiga, esto no es algo que esperaba, ni siquiera me lo imaginaba, tan solo caminaba por la vida y algo me atrajo a ti, algo me indicó donde dirigirme y solo me dejé llevar. Comencé a caminar y llegué a ti; no sé si por casualidad, por destino o por necesidad, una vez llegué detuve mi caminar; y no es que haya estado buscando algo, pero sentí que detenerme era lo indicado…


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