Relato de una lesbiana rusa que se esconde para evitar ser perseguida. Muy conmovedor. Escrito por Sofie Mikhaylova (@sofiesucks ).
'Cuando le dije la verdad a mi madre (una mujer rusa) acerca de mi orientación sexual, ella lo negó y trató de ignorar mi homosexualidad durante casi un año. En junio, antes de salir hacia el Desfile del Orgullo Gay de Toronto con mi novia, ella me dijo que me 'comportara'. Mi madre no se siente cómoda con mi sexualidad, nunca la ha aceptado. Este mes, cuando cogimos juntas un vuelo transatlántico dirección a Rusia para visitar a nuestros familiares, no me advirtió de nada.
Yo ya lo sabía.
Rusia siempre ha sido conservadora y homófoba, pero en los últimos años ha pasado de la 'simple' desaprobación de familiares al gobierno ejecutando una de las más intensas posturas anti gay del mundo. Casi todos los días, el gobierno difunde nuevas leyes y declaraciones que hacen la vida de los rusos gay cada vez más difícil e imposible. La legislación actual prohíbe que la gente fomente 'propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales a menores de edad'. Debido a que la ley rusa carece de una aclaración de propaganda gay, la ley prohíbe a la gente abogar a favor de los derechos sexuales. Algunas personas han sido atacadas por parecer gay; la policía arrestó a todos los que asistieron a una marcha del Orgullo Gay en San Petersburgo, y el mes pasado un grupo neo nazi obligó a un chico a revelar su orientación sexual ante una cámara de vídeo y luego lo golpearon brutalmente. Probablemente, los agresores del niño pensaron que le estaban haciendo un favor sacándole a golpes lo gay.
Aunque tengo la suerte de ser una ciudadana canadiense que reside de manera segura en Toronto (me mudé de Rusia a Canadá en 1998 porque mis padres querían una vida mejor para mí), ahora soy una lesbiana rusa visitando a mi familia en Rusia.
Para sobrevivir las últimas dos semanas he tenido que fingir ser heterosexual.
Actualmente estoy en casa de mis abuelos en un pequeño pueblo al sureste de Rusia, con una población de menos de 600 personas. Mis abuelos, tanto los maternos como los paternos, viven aquí. Cuando era pequeña, venía a este lugar cada verano durante un mes, pero al crecer, cada vez me aburría más, por lo que empecé a visitar Rusia con menos frecuencia.
La última vez que estuve aquí tenía 17 años, y aún no había revelado mi orientación sexual. La ciudad más cercana es Samara, que solía ser conocida como la segunda capital durante la Segunda Guerra Mundial. Es la sexta ciudad más grande de Rusia, y un lugar donde los comerciantes te miran mal si eres un poco diferente. Este país fue construido con valores tradicionales cristianos y ortodoxos y también con las creencias de la Unión Soviética. Las estatuas de Lenin todavía adornan las plazas de la ciudad.
La mayor parte del tiempo salgo a pasear o a conducir por el pueblo con mi primo. Él me enseña sus graffitis y roba ciruelas por mí, a veces le regalo monedas canadienses como un producto novedoso. En casa, escuchamos la poca cobertura internacional sobre Rusia y las actualizaciones de la agenda anti gay del presidente ruso Vladimir Putin. A mi primo no le gusta Putin, pero tampoco le gustan los gays. Ayer por la noche, en una conversación con él y su amigo, admitió que tiene dos compañeros de clase que son homosexuales, pero él 'no quiere asociarse con ese tipo de personas'. No dije nada. Si él supiera que yo soy gay, no le gustaría asociarse conmigo. Si los skinheads locales se enteran, les encantaría acosarme y violarme sexualmente. Cada vez que camino por la calle, pienso en eso cuando los veo mirándome de reojo. Por suerte tengo el privilegio de parecer una chica típica, pero si se enterasen de que soy lesbiana, estarían encantados de 'corregirme' con una violación sexual. Soy una lesbiana, una mancha para mi país, y ellos serían aplaudidos por intentar corregirme.'
Además de preocuparme por mi seguridad, mi secreto también ha complicado mi relación con mi tía, entre otros miembros de la familia. Hace unas semanas, fuimos a la boda de su hijo. A mi tía no le gusta la esposa de mi primo, pero ella estaba contenta de presumir que había educado a un buen chico. Un chico heterosexual que antes de cumplir 22 años se ha casado con una chica.
"¿Te gustó la boda?", me preguntó.
Era mi primera boda, y me senté en una mesa con los amigos de mi primo. Pasé la segunda mitad del evento escuchando a los chicos hacer bromas acerca de chicos gay.
"Sí", le mentí.
Mi tía me dijo que cuando yo me case y tenga mi propia boda, podría ser como la ceremonia de mi primo. Una verdadera boda rusa.
Asentí con la cabeza, fingí una carcajada, y después, accidentalmente, me ahogué con mi propia risa forzada. Sé de sobras que cuando me case no será en Rusia, y no será como la boda de mi primo. La mayoría de mi familia no vendrá, y probablemente dejarán de hablarme después de enterarse con quién me voy a casar. Y no hay nada que pueda hacer al respecto. Así que, cada día, cuando un miembro de la familia me pregunta si tengo novio, yo murmuro: "No." Se quedan sorprendidos. Casi tengo 20 años, y en Rusia, todo el mundo se casa joven. La realidad es que sí tengo una pareja. Tengo una relación seria con mi novia desde hace más de un año. Y me duele, porque cuando hablamos por Skype no puedo presentársela a mi familia como mi novia, ella es sólo "mi amiga". Babushka no entendería. Así que me veo obligada a guardar silencio, por mí y por la seguridad de mi familia. Procuro ser heterosexual con ellos, y por las noches uso las camisas de mi novia para dormir.
Me siento impotente. Aunque quiero hablar, no puedo. Mientras que en Toronto tengo una buena, aquí en Rusia tengo una familia que necesita ser protegida con la garantía de mi normalidad. Me siento impotente porque el único acto valiente que puedo llevar a cabo es ponerme una camiseta con una foto de Keith Haring, un pequeño acto de desafío que nadie entiende.
He oído hablar de las protestas en Moscú, y sigo leyendo en Twitter sobre el repudio hacia Rusia, pidiendo boicot contra el vodka ruso y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014. Aunque mi lealtad está con las víctimas, no estoy de acuerdo con los intentos de boicotear el vodka ruso. No estoy de acuerdo con castigar a las empresas por algo que su gobierno intolerante ordenó. Además, soy una ciudadana rusa que tiene un pasaporte ruso, y si protesto o me declaran culpable de cualquiera de las leyes anti gays de aquí, podrían detenerme hasta quince días o podrían multarme. Soy lesbiana y rusa. Ambas son mis identidades.
Hace unos días, mi tía me dio este llavero de Sochi 2014. Es difícil mirar la mascota del conejo. Se supone que es un símbolo de orgullo nacional, representa la gloria que nuestros atletas obtendrán el próximo invierno. Pero si coloco el llavero en mis llaves, ¿estoy apoyando a mi país de origen o la homofobia? ¿Estoy usando un llavero o soy una hipócrita?
Ahora mismo, no lo sé.
@sofiesucks
By Sofie Mikhaylova
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